La reciente propuesta del gobierno mexicano de imponer un impuesto de $42 por cada turista que desembarque de un crucero ha generado preocupación en la industria turística. Este gravamen podría poner en peligro una de las principales fuentes de ingresos del país, afectando tanto a las grandes líneas de cruceros como a las pequeñas empresas locales que dependen de este sector.
Impacto del impuesto en el turismo de cruceros
México es uno de los destinos más populares para el turismo de cruceros, con alrededor de 9.33 millones de turistas anuales y una proyección de más de 10 millones para 2025. Sin embargo, la implementación de este nuevo impuesto podría elevar en un 213% el costo de desembarque en los puertos mexicanos, lo que haría menos atractivas sus rutas para gigantes del sector como Carnival, Royal Caribbean y Norwegian Cruises. La Asociación de Cruceros de Florida y el Caribe ya está evaluando la posibilidad de retirar a México de sus itinerarios, lo que pondría en riesgo la industria turística y los miles de empleos que genera.
Los efectos negativos en las economías locales
El turismo de cruceros no solo beneficia a los grandes operadores, sino también a pequeños comercios, proveedores locales y trabajadores que dependen de la llegada de turistas a los puertos. Cada año, este sector genera:
- $1,000 millones en ingresos directos por turistas de cruceros.
- Más de 20,000 empleos en todo el país.
- 200 millones de dólares en salarios anuales.
Un aumento en los costos de desembarque podría desencadenar una crisis económica en estas regiones, afectando principalmente a las familias que dependen de esta actividad.
Competencia internacional: México frente a otros destinos del Caribe
México compite con otros destinos turísticos del Caribe, como Jamaica, Bahamas y República Dominicana, que cuentan con costos de desembarque más bajos. Si el nuevo impuesto se mantiene, los operadores de cruceros podrían optar por cambiar sus rutas a puertos más económicos, lo que reduciría considerablemente el flujo de turistas hacia México.
Una posible solución sería diseñar tarifas competitivas que estén por debajo de otros destinos de la región y destinar los ingresos del impuesto a mejorar la infraestructura de los puertos mexicanos, en lugar de destinarlo a áreas no relacionadas, como la Secretaría de la Defensa Nacional.
La inseguridad también juega un papel clave
El contexto de inseguridad en algunas regiones de México ya está afectando al turismo. A pesar de los esfuerzos por mejorar la imagen del país, varios gobiernos han emitido alertas de seguridad que afectan la decisión de los turistas. Si a esto se le suma el alto costo de desembarque, es probable que México pierda aún más turistas, lo que reducirá aún más la derrama económica en sus destinos costeros.
¿Qué alternativas existen para fortalecer el turismo de cruceros?
En lugar de implementar un impuesto que podría ser perjudicial para la industria, el gobierno debería considerar otras estrategias para hacer a México más competitivo como destino turístico:
- Mejorar la infraestructura portuaria: Invertir en puertos modernos y eficientes para atraer más cruceros.
- Promoción internacional: Reforzar la imagen de México como un destino seguro y atractivo.
- Incentivar estancias prolongadas: Ofrecer actividades y promociones para motivar a los turistas a quedarse más tiempo en los puertos mexicanos.
- Colaboración público-privada: Trabajar conjuntamente con operadores de cruceros y asociaciones turísticas para encontrar soluciones que favorezcan a todos.
Conclusión: Un impuesto que podría ser un riesgo para el turismo
El turismo de cruceros es una industria clave para la economía de México, y aunque el impuesto de $42 podría generar ingresos a corto plazo, sus consecuencias a largo plazo podrían ser devastadoras. Antes de implementar esta medida, el gobierno debería analizar sus efectos a fondo y explorar alternativas que equilibren el crecimiento económico, la creación de empleos y la competitividad internacional.
México no puede permitirse perder los millones de turistas que atrae cada año, ni los beneficios económicos que traen consigo. Es momento de pensar en soluciones sostenibles que garanticen el bienestar de la industria turística y sus trabajadores.