Asilo Ropero del Pobre: Refugio para Adultos Mayores Desamparados

Desamparo Extremo: Adultos Mayores sin Nombre ni Familia

Paulina Udave, la directora de este refugio, revela cifras alarmantes: más del 60% de los adultos mayores que llegan al asilo carecen de todo vínculo familiar o conocido que pueda responder por ellos. Algunos de ellos, en un estado de vulnerabilidad extrema, incluso desconocen su propio nombre.

El Drama Cotidiano en el Asilo

Los relatos que llegan al Asilo Ropero del Pobre pintan un panorama desolador. Muchos de los residentes son encontrados en las calles, en condiciones deplorables, gracias a la intervención de la Cruz Roja u otros ciudadanos compasivos. El abandono y el maltrato son una realidad palpable que no conoce límites geográficos, pues se manifiestan dolorosamente en las calles de Saltillo.

Reconstruyendo Identidades Perdidas

En casos extremos, el abandono ha alcanzado niveles tan profundos que las personas llegan al asilo sin siquiera recordar quiénes son. Se requieren procedimientos delicados para reconstruir sus identidades, desde la búsqueda en registros de desaparecidos hasta la creación de nuevas identidades legales. Algunos residentes han recibido la oportunidad de comenzar una nueva vida con un nombre completamente distinto.

Desafíos y Necesidades

El cuidado y la atención de los adultos mayores en el Asilo Ropero del Pobre implican costos significativos. Con 101 residentes internos y otros 40 externos que reciben apoyo alimenticio, la institución estima un gasto mensual de al menos 12 mil pesos por persona. Dependiendo únicamente de donaciones y voluntarios, la organización enfrenta desafíos económicos constantes para mantener sus operaciones.

Llamado a la Solidaridad

Ante esta realidad desgarradora, Paulina Udave hace un llamado urgente a la sociedad. Es necesario construir una comunidad inclusiva y compasiva, que brinde dignidad y cuidado a las poblaciones adultas mayores. El abandono y el maltrato no deben ser el destino final de quienes envejecen, sino que merecen ser acogidos con respeto y ternura en su última etapa de vida.